Alguien dijo una vez "golpea con suficiente fuerza y alguien acabará abriendo la puerta... o la puerta caerá". Athareas sonrió bajo su casco mientras observaba al Gran Consejo cuchichear en sus asientos. Individualmente sabios, supuestamente, como colectivo eran como cualquier otra organización política. Athareas podía distinguir los distintos grupos de presión, partidistas, que sabía defenderían sus respectivas posturas por insostenibles que fuesen. Pero como todo en política, eran manipulables. Resultaba irónico que los manipuladores por excelencia estuviesen siendo manejados por un simple... soldado.
Uno de los videntes se levantó y trató de hacer callar al resto para iniciar la sesión, sin demasiado éxito al principio. Poco a poco se fue haciendo el silencio en la sala, y la atención de cada grupo se fue centrando en el estrado que presidía la reunión, donde un sillón vacío estaba rodeado de otros cuatro, ocupados. El resto, decenas de videntes y los brujos que les asistían, ocupaban las gradas en un gran semicírculo. Cuando todos se hubieron callado, el vidente a la derecha del sillón vacío se levantó y se dispuso a hablar.
- ¡Hermanos Videntes! - Athareas enseguida reconoció la voz del vidente que había tratado de evitar que hablase con el Consejo. - ¡Corren tiempos aciagos para Ulthwé y toda nuestra Raza! ¡Hemos recibido nuevas y preocupantes noticias que deben llamar nuestra atención! - "Noticias que tú pretendías evitar que comunicase al Consejo", pensó Athareas. "Y ahora quieres apuntarte el tanto".
- ¿Y cuales son esas noticias? - Preguntó un vidente anónimo desde las gradas. Sin embargo, todos conocían ya la noticia.
- Otro Talismán de Vaul ha sido descubierto por los Mon-keigh, y corremos el riesgo de que caiga en sus manos... - "Y eso te asusta, ¿verdad?" - ...o en las de los Servidores del Caos. - "Y eso, para asustar a los demás miembros del Consejo".
Un fingido murmullo de sorpresa inundó la sala. Hacía dos días que el rumor corría por todo el Mundo Astronave, fruto de la declaración a voz en grito de Athareas. Dos días esperando el resultado previsible. "Dos días perdidos", se lamentó Athareas desde su asiento destinado a los invitados.
- ¡Debemos recuperarlo! - Increpó un miembro del Consejo - ¡No podemos permitir que caiga en malas manos! - "Cualesquiera que no sean las vuestras, ¿no es así?".
- ¡Eldrad murió por causa de otro Talismán! - Recordó por algún motivo otro miembro. Y la discusión estalló.
Los partidarios de una intervención directa discutieron con los partidarios de mantenerse al margen, como siempre. Osados contra conservadores. Todos sin darse cuenta de que las cosas ya estaban en marcha, decidiesen lo que decidiesen. Por una vez, sus poderes precognitivos no les habían servido de nada. Planes y previsiones de milenios soslayados por un acontecimiento que no supieron prever. Todos esos planes truncados con la muerte de Eldrad. Sin él no eran nada, y ahora peleaban como niños.
Diez minutos más tarde la discusión continuaba, para frustración de Athareas. Nadie pensaba hacer nada. Todos se enfrentaban sin llegar a ninguna conclusión. "Al menos en Bieltan ya se habrían levantado en armas", pensó el Viejo Capitán con lástima. Era suficiente para él, y no podía permitirse más retrasos. Lentamente se levantó de su asiento y bajó de la grada de visitantes. Sólo el Vidente con el que había hablado dos días antes le siguió con la mirada, permaneciendo en silencio mientras los demás discutían.
Tras descender al nivel del suelo, caminó lentamente hacia el centro del hemiciclo, frente al estrado principal. Poco a poco percibió como la discusión se apagaba y las miradas comenzaban a centrarse en él. Varios Vengadores se dirigieron a interceptarle camino del estrado, pero la mano levantada del Vidente les detuvo. Cuando llegó al centro de la sala, giró en redondo, observando a todos los presentes.
- ¿Este es el Gran Consejo de Ulthwé? - Habló sin levantar la voz, pero todos pudieron escucharle. - ¿Este es el concilio que pretende llevar a la Raza Eldar a un nuevo renacer?
- ¿Quién osa hablar así al Consejo de Ulthwé? - Increpó alguien.
- Sin Eldrad no sois nada... - Dijo casi con un susurro. - Sólo él supo tener la suficiente visión, y sin él ahora estáis ciegos... - Continuó levantando la voz - ...salvo para lo que queréis ver. - Esto último lo dijo mirando hacia el estrado.
- No es más que uno de esos renegados, ¡que lo saquen de aquí! - Dijo alguien a su espalda.
- ¿Para que podáis seguir discutiendo inútilmente? - Dijo girándose para encarar al que había hablado. - Mientras vosotros perdéis el tiempo el resto del universo sigue su curso, con o sin vosotros. Ahora no hay miles de años para trazar vuestros planes y manipulaciones. Las cosas suceden, y suceden ya, sin esperar a que toméis una decisión.
La sala estalló en nuevas acusaciones. Las facciones volvieron a gritarse, esta vez echándose la culpa unas a otras de su pasividad. El Vidente a la derecha del sillón vacio se levantó lentamente y miró durante unos segundos a Athareas. Luego miró al resto de videntes y lentamente bajó la mirada, negando para sí.
- ¿Qué sugiere el representante de los Ëaressi? - Muchos de los presentes ni siquiera conocían ese nombre, pero todos interpretaron que se refería al soldado que estaba plantado en el centro de la sala, sobre el cual se posaron todas las miradas.
Athareas sintió por un instante el peso de las mentes de todos los Videntes. A pesar de su comportamiento, todos eran poseedores de mentes poderosas, que ahora trataban de escudriñar su cerebro. A duras penas levantó sus defensas mentales, que resistieron el silencioso interrogatorio. A pesar de la escasez de psíquicos entre sus filas, los Ëaressi tenían una innata resistencia a sus poderes. De nuevo esperó, y poco a poco la presión cedió mientras los Videntes se iban calmando. Athareas intuyó que la mente del Vidente del estrado tenía algo que ver en la retirada del asalto mental de los demás miembros.
- ¿Acaso ese... renegado tiene más voz que los miembros del Consejo, Fadhral? - Preguntó uno de los portavoces de una facción.
- Ese... renegado, como tú lo llamas, es quien ha traido las noticias sobre el Talismán, y representa a su pueblo, los Ëaressi - "¿Está proponiendo una tregua?", se preguntó Athareas.
- ¿Ëaressi? No son más que piratas y vagabundos, marginados de fuera de los Mundos Astronave - Afirmó el portavoz.
- Esos 'marginados' mantienen una flota de guerra frente a Ulthwé - Recordó alguien de una facción opuesta.
- ¡Eldar amenazando a otros Eldar! - Remarcó uno de sus compañeros.
- Los Ëaressi no han amenazado a nadie - Cortó en seco Athareas. - Hemos venido con el fin de ayudar a recuperar el Talismán, e impedir que este caiga en malas manos. Pero está claro que tendremos que seguir solos...
- ¿Seguir? ¿Qué...? - Fadhral miró fijamente a Athareas - ¿...qué habéis hecho? - Esta vez el asalto mental fue decidido e implacable, pero Athareas lo dejó penetrar en su mente sin resistirse.
- Conocemos la localización del Talismán, y ya hemos tomado las medidas necesarias para hacernos, si es posible, con su control - Confirmó de palabra Athareas. - O destruirlo.
Athareas sintió de nuevo la presión. "¿Dónde? ¡¿Dónde?!", preguntaba dentro de su cabeza Fadhral. Pero no obtuvo respuesta. Deliberadamente, Athareas desconocía esa información. Ni siquiera sabía dónde encontrar a su Kano. Por eso este había usado el Regos como transporte, en lugar de los medios de los Ëaressi. Sólo el propio Sayëan sabía dónde iban a buscar el Talismán.
- Las tropas fueron enviadas antes de llegar a Ulthwé. - "¿O esperábais que confiásemos en recibir vuestra ayuda?", dejó leer Athareas a Fadhral en su mente.
Uno de los videntes se levantó y trató de hacer callar al resto para iniciar la sesión, sin demasiado éxito al principio. Poco a poco se fue haciendo el silencio en la sala, y la atención de cada grupo se fue centrando en el estrado que presidía la reunión, donde un sillón vacío estaba rodeado de otros cuatro, ocupados. El resto, decenas de videntes y los brujos que les asistían, ocupaban las gradas en un gran semicírculo. Cuando todos se hubieron callado, el vidente a la derecha del sillón vacío se levantó y se dispuso a hablar.
- ¡Hermanos Videntes! - Athareas enseguida reconoció la voz del vidente que había tratado de evitar que hablase con el Consejo. - ¡Corren tiempos aciagos para Ulthwé y toda nuestra Raza! ¡Hemos recibido nuevas y preocupantes noticias que deben llamar nuestra atención! - "Noticias que tú pretendías evitar que comunicase al Consejo", pensó Athareas. "Y ahora quieres apuntarte el tanto".
- ¿Y cuales son esas noticias? - Preguntó un vidente anónimo desde las gradas. Sin embargo, todos conocían ya la noticia.
- Otro Talismán de Vaul ha sido descubierto por los Mon-keigh, y corremos el riesgo de que caiga en sus manos... - "Y eso te asusta, ¿verdad?" - ...o en las de los Servidores del Caos. - "Y eso, para asustar a los demás miembros del Consejo".
Un fingido murmullo de sorpresa inundó la sala. Hacía dos días que el rumor corría por todo el Mundo Astronave, fruto de la declaración a voz en grito de Athareas. Dos días esperando el resultado previsible. "Dos días perdidos", se lamentó Athareas desde su asiento destinado a los invitados.
- ¡Debemos recuperarlo! - Increpó un miembro del Consejo - ¡No podemos permitir que caiga en malas manos! - "Cualesquiera que no sean las vuestras, ¿no es así?".
- ¡Eldrad murió por causa de otro Talismán! - Recordó por algún motivo otro miembro. Y la discusión estalló.
Los partidarios de una intervención directa discutieron con los partidarios de mantenerse al margen, como siempre. Osados contra conservadores. Todos sin darse cuenta de que las cosas ya estaban en marcha, decidiesen lo que decidiesen. Por una vez, sus poderes precognitivos no les habían servido de nada. Planes y previsiones de milenios soslayados por un acontecimiento que no supieron prever. Todos esos planes truncados con la muerte de Eldrad. Sin él no eran nada, y ahora peleaban como niños.
Diez minutos más tarde la discusión continuaba, para frustración de Athareas. Nadie pensaba hacer nada. Todos se enfrentaban sin llegar a ninguna conclusión. "Al menos en Bieltan ya se habrían levantado en armas", pensó el Viejo Capitán con lástima. Era suficiente para él, y no podía permitirse más retrasos. Lentamente se levantó de su asiento y bajó de la grada de visitantes. Sólo el Vidente con el que había hablado dos días antes le siguió con la mirada, permaneciendo en silencio mientras los demás discutían.
Tras descender al nivel del suelo, caminó lentamente hacia el centro del hemiciclo, frente al estrado principal. Poco a poco percibió como la discusión se apagaba y las miradas comenzaban a centrarse en él. Varios Vengadores se dirigieron a interceptarle camino del estrado, pero la mano levantada del Vidente les detuvo. Cuando llegó al centro de la sala, giró en redondo, observando a todos los presentes.
- ¿Este es el Gran Consejo de Ulthwé? - Habló sin levantar la voz, pero todos pudieron escucharle. - ¿Este es el concilio que pretende llevar a la Raza Eldar a un nuevo renacer?
- ¿Quién osa hablar así al Consejo de Ulthwé? - Increpó alguien.
- Sin Eldrad no sois nada... - Dijo casi con un susurro. - Sólo él supo tener la suficiente visión, y sin él ahora estáis ciegos... - Continuó levantando la voz - ...salvo para lo que queréis ver. - Esto último lo dijo mirando hacia el estrado.
- No es más que uno de esos renegados, ¡que lo saquen de aquí! - Dijo alguien a su espalda.
- ¿Para que podáis seguir discutiendo inútilmente? - Dijo girándose para encarar al que había hablado. - Mientras vosotros perdéis el tiempo el resto del universo sigue su curso, con o sin vosotros. Ahora no hay miles de años para trazar vuestros planes y manipulaciones. Las cosas suceden, y suceden ya, sin esperar a que toméis una decisión.
La sala estalló en nuevas acusaciones. Las facciones volvieron a gritarse, esta vez echándose la culpa unas a otras de su pasividad. El Vidente a la derecha del sillón vacio se levantó lentamente y miró durante unos segundos a Athareas. Luego miró al resto de videntes y lentamente bajó la mirada, negando para sí.
- ¿Qué sugiere el representante de los Ëaressi? - Muchos de los presentes ni siquiera conocían ese nombre, pero todos interpretaron que se refería al soldado que estaba plantado en el centro de la sala, sobre el cual se posaron todas las miradas.
Athareas sintió por un instante el peso de las mentes de todos los Videntes. A pesar de su comportamiento, todos eran poseedores de mentes poderosas, que ahora trataban de escudriñar su cerebro. A duras penas levantó sus defensas mentales, que resistieron el silencioso interrogatorio. A pesar de la escasez de psíquicos entre sus filas, los Ëaressi tenían una innata resistencia a sus poderes. De nuevo esperó, y poco a poco la presión cedió mientras los Videntes se iban calmando. Athareas intuyó que la mente del Vidente del estrado tenía algo que ver en la retirada del asalto mental de los demás miembros.
- ¿Acaso ese... renegado tiene más voz que los miembros del Consejo, Fadhral? - Preguntó uno de los portavoces de una facción.
- Ese... renegado, como tú lo llamas, es quien ha traido las noticias sobre el Talismán, y representa a su pueblo, los Ëaressi - "¿Está proponiendo una tregua?", se preguntó Athareas.
- ¿Ëaressi? No son más que piratas y vagabundos, marginados de fuera de los Mundos Astronave - Afirmó el portavoz.
- Esos 'marginados' mantienen una flota de guerra frente a Ulthwé - Recordó alguien de una facción opuesta.
- ¡Eldar amenazando a otros Eldar! - Remarcó uno de sus compañeros.
- Los Ëaressi no han amenazado a nadie - Cortó en seco Athareas. - Hemos venido con el fin de ayudar a recuperar el Talismán, e impedir que este caiga en malas manos. Pero está claro que tendremos que seguir solos...
- ¿Seguir? ¿Qué...? - Fadhral miró fijamente a Athareas - ¿...qué habéis hecho? - Esta vez el asalto mental fue decidido e implacable, pero Athareas lo dejó penetrar en su mente sin resistirse.
- Conocemos la localización del Talismán, y ya hemos tomado las medidas necesarias para hacernos, si es posible, con su control - Confirmó de palabra Athareas. - O destruirlo.
Athareas sintió de nuevo la presión. "¿Dónde? ¡¿Dónde?!", preguntaba dentro de su cabeza Fadhral. Pero no obtuvo respuesta. Deliberadamente, Athareas desconocía esa información. Ni siquiera sabía dónde encontrar a su Kano. Por eso este había usado el Regos como transporte, en lugar de los medios de los Ëaressi. Sólo el propio Sayëan sabía dónde iban a buscar el Talismán.
- Las tropas fueron enviadas antes de llegar a Ulthwé. - "¿O esperábais que confiásemos en recibir vuestra ayuda?", dejó leer Athareas a Fadhral en su mente.
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