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Thianna

Razones para luchar

A pesar de la extraña voz procedente de la enorma máquina, Sayëan podía apreciar el tono paternal que su padre utilizaba. El Señor Espectral, el Viejo Haq, como lo llamaban informalmente los jóvenes (casi todos los Ëaressi, dicho sea de paso) había pasado las últimas horas preguntando a su hijo sobre los acontecimientos de las últimas décadas durante las cuales había permanecido dormido.

Los circuitos a los que estaba conectado le proporcionaban datos y energía, pero el antiguo Kano prefería escucharlo todo de viva voz. Durante un momento Sayëan pensó que su padre símplemente disfrutaba escuchando a su hijo.

Fuera del transporte, la Telaraña se extendía infinita. Hacía horas que habían atravesado el portal alojado en la base del Megalito de Cadia, cerca de Kars Galedon. Segundos más tarde de hacerlo, cargas explosivas habían vuelto a enterrar el portal para ocultarlo de ojos indiscretos. Por ese camino no podrían regresar. Sayëan tampoco había esperado hacerlo.

El Viejo Haq no hizo comentario alguno mientras su hijo hablaba. Sólo preguntaba, sin cuestionar las decisiones tomadas y los caminos seguidos. Un Kano hacía lo que debía hacer, sin esperar aprobación u oposición. Representaba a los Ëaressi, y ellos lo aceptaban. Y ante todo, el Viejo Haq aún era un Ëaressi, y no iba a cuestionar las decisiones de su hijo.

Era extraño observar a la enorme máquina sentada y encorvada casi cómicamente dentro de la bodega del transporte, escuchando atentamente cada palabra. Cuando llegaron al asunto del Talismán y los Arlequines, que habían desembocado en su nuevo despertar, la lisa y normalmente inexpresiva faz del Señor Espectral pareció fruncir el ceño. Sayëan sabía que no era posible, pero tal vez el espíritu del antiguo Kano era capaz de alterar el Hueso Espectral que conformaba su enorme cuerpo.

El Señor Espectral escuchó incluso con mayor atención cada palabra, meditando cada frase de Sayëan, que no omitió detalle alguno. Al final, Sayëan quedó callado mirando a su padre como esperando consejo o una palabra de ánimo. El Viejo Haq permaneció en silencio, reflexionando.

- ¿Cómo está tu madre? - dijo sin más la máquina, sorprendiendo a Sayëan.

Los Ëaressi no se casaban formalmente, siguiendo su costumbre de evitar ceremonias y protocolos innecesarios y poco prácticos. Sin embargo Sayëan sabía lo mucho que su padre y su madre se habían querido. Él era el mejor ejemplo de ello. Sin embargo, no acertaba a encontrar relación alguna entre la pregunta y la situación actual.

- Está bien, en la Esperanza. Continua con su trabajo de sanadora. - Durante un momento Sayëan añoró su despreocupada vida anterior a la de Kano - Los envié a Ulthwé - recordó a su padre.

- Athareas sabrá lidiar con los Videntes. Hubiese sido un buen Kano si no se hubiese empeñado en defender mi candidatura. - De nuevo otro cambio de tema... ¿o no? - Cuida bien de tu madre, espero - Obviamente, todo iba relacionado, incluso la informalidad de los Ëaressi en las relaciones.

- La hace sonreir - dijo Sayëan sin pensar.

- Eso es bueno. No es bueno estar sólo durante siglos - Durante un momento Sayëan se sintió culpable por despertar a su padre después de tanto tiempo, hasta que cayó en la cuenta de que el comentario de su padre tenía una doble intención - Incluso el Kano tiene derecho a una vida - La enorme cabeza del Señor Espectral se ladeó un poco, esperando.

- Tal vez más tarde. Ahora hay mucho que hacer - Sayëan trató de evitar el tema. Ahora no era momento para sentimientos.

- Entonces, ¿por qué luchas? - El Viejo se inclinó sobre su hijo, como si le mirase fijamente con unos ojos que realmente no tenía. - Recuerda lo que significa ser Kano, hijo mío. Los Ëaressi seguimos teniendo corazón - El Señor se golpeó ligeramente en el pecho con un monstruoso puño de combate mientras un extraño sonido salía de su cuerpo. Sayëan reconoció una extraña forma de risa y por fín captó la ironía.

El Viejo Haq, el último de los Señores Espectrales de los Ëaressi, y por tanto, último pedazo de Hueso Espectral que los Ëaressi habían conservado. Hueso Espectral, la materia de la que estaba hecha la civilización Eldar, y el núcleo de su mundo de origen, Bieltan. Por un momento, Sayëan recordó Bieltan, aunque nunca lo había visto con sus propios ojos, y recordó el símbolo de su mundo.

Sin embargo, durante un instante, su mente voló hasta Ulthwé. Entonces, la risa del Señor Espectral aumentó durante un instante hasta que apartó la 'mirada' de su hijo. "Ya sé por qué luchas, hijo", pensó el Viejo Haq.

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