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Thianna

Iniciando un viaje

Sayëan observaba como sus transportes entraban en la Telaraña, precedidos por los vehículos de los Arlequines que les hacían de guía. Los seguidores del Dios Que Ríe dejaron claro que no permitirían que se hiciesen nuevos túneles, y se empeñaron en usar un camino ya conocido... por ellos.

Al Kano Ëaressi no le gustaba enviar a su gente sin conocer su lugar de destino, pero había aprendido (o no había tenido otro remedio) a confiar en los Arlequines. Al fin y al cabo también eran Eldar. Tampoco le gustaba tener que enviar la mayor parte de sus tropas, dejando el equipo pesado para ser transportado por sus naves, ya que no podría ser transportado a través de la delicada Telaraña.

- Kano, los últimos transportes han salido – dijo uno de los exarcas de su consejo de guerra, interrumpiendo sus pensamientos – Sólo queda vuestra escolta, y la Flota a la espera de órdenes.

- La Flota debe esperar a la señal de los Arlequines – A su subordinado eso le gustaba tan poco como a él – Vámonos.

El Kano Ëaressi se dejó guiar por su exarca hasta su trasporte personal, rodeado de varias naves de escolta y dos motos de los Arlequines, que les guiarían junto al resto del convoy. Echó una última mirada a la superficie del planeta. Llevaban dos años instalados aquí, y el lugar había acabado por gustarle. Siempre era una lástima abandonar un lugar tranquilo, pero estaba acostumbrado. Rara vez permanecían más que unos meses en un lugar.

La puerta del transporte se cerró a su espalda con un siseo, presurizando la cabina, y mientras se sentaba en su lugar sintió la suave vibración del campo que se activó para rodear el vehículo, permitiéndole atravesar la Telaraña como si de agua se tratase. Cuando el vehículo se adentró en el portal, nada más quedó en la superficie. Segundos más tarde el propio portal se consumiría, sellándose gracias al campo del vehículo, devolviendo ese mundo al silencio al que pertenecía cuando los Ëaressi llegaron a él.

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