Mensajes
El General Fadhir miraba a través de la ventana de sus aposentos, al otro lado de su mesa de trabajo, cuando su secretario, un lugarteniente veterano con años bajo su mando, entró en la sala. Al reconocer los pasos de su ayudante, Fadhir no se volvió, pero al cabo de unos segundos, el silencio de su secretario le hizo volver ligeramente la cabeza.
- ¿Ocurre algo, Jeriah?
- General... un mensaje de vuestro hermano...
- ¿De Aman? - Fadhir miró extrañado a su subordinado
- Si, Señor... ha llegado esta mañana, con un mensajero. Salió de Minas Thianna anoche... - Jeriah dejó la frase en el aire, como si tuviese algo más que decir
- ¿Anoche? - Fadhir entrecerró los ojos, dándose cuenta de que el mensajero debió cabalgar casi hasta la extenuación para llegar tan rápido - Dame el mensaje y ve a buscar al mensajero. Tráelo aquí... y que no hable con nadie más.
Jeriah tendió a su General la pequeña cartera que contenía el mensaje y se retiró en busca del mensajero. Fadhir se sentó a su mesa y sacó la hoja de papel de la cartera, observándola con curiosidad. Después de unos segundos, extendió la mano sin levantar la mirada de la hoja y cogió una pluma.
Al cabo de unos minutos había descifrado la carta, en apariencia una amistosa misiva de su hermano, preguntando por la familia de ambos y otras cosas intrascendentes. El verdadero mensaje oculto en la carta hizo parpadear varias veces a Fadhir, dejándole tan absorto que no se dio cuenta de que su secretario había entrado en la sala, acompañado del mensajero.
- General... - Fadhir levantó la mirada y miró a ambos hombres, de pié ante su mesa. El mensajero hizo una leve reverencia que dejó claro que era cierto que había pasado toda la noche cabalgando. El soldado aún tenía una mueca de dolor cuando volvió a ponerse derecho.
- ¿Alguien más sabe de este mensaje? - Fadhir estaba muy serio, y el soldado dudó antes de responder.
- No... General... Vuestro hermano ordenó que no se informase a nadie más que a vos... - El soldado dudó un momento
- ¿Estás seguro? - Fadhir miró fijamente al soldado, sabiendo que había algo más.
- Otro... otro jinete salió de Minas Thianna, al mismo tiempo que yo, pero tomó otro camino. Ignoro su destino, y lo que portaba.
- Mi hermano, ¿dijo algo más?
- No, General. Sólo que os entregase el mensaje. Intenté hacerlo personalmente, pero... - El soldado miró a Jeriah de reojo y Fadhir se dio cuenta de que su secretario había impedido al mensajero verle personalmente.
- No te preocupes. Jeriah habla con mi voz. Ahora ve a descansar - Fadhir miró a su secretario - Asegúrate de que descansa y no se le molesta. Que no hable con nadie excepto tú, hasta que yo lo reclame. Luego vuelve aquí.
- Como deseéis, General - El soldado debía ser aislado del resto. Eso indicaba que el mensaje era de suma importancia. Jeriah y el soldado se retiraron.
Fadhir examinó el mensaje varias veces cuando se quedó sólo, y lo descifró de nuevo, por si había cometido algún error. Cuando volvió su secretario, el General Fadhir estaba de nuevo mirando por la ventana, con el mensaje en la mano, a su espalda. El secretario no dijo nada. Sabía que su General estaba meditando.
- Alguien ha atacado Taryn, y Sheda ha movilizado dos regimientos de su Guardia de Arena para reforzar sus fronteras - Fadhir usó un tono suave y sin inflexiones.
- General... eso son... más de dos mil hombres - Jeriah estaba asombrado. Eso suponía un veinte por ciento de las fuerzas estimadas de todo el ducado de Thianna - Pero... ¿quién ha atacado Taryn? Nosotros...
- ...no hemos sido, o yo lo sabría. Según mi hermano la guarnición de Taryn ha sido seriamente castigada. Sheda no movilizaría todas esas fuerzas sin una poderosa razón.
- General, no es fácil atacar un bastión de Thianna. ¿Podría ser un truco?
- ¿Movilizar la mitad de sus reservas por un truco? No... Akon es listo, tanto o más que su padre - Fadhir y Jeriah recordaron por un instante la derrota en los Llanos del Escorpión - Alguien ha causado mucho daño en Taryn para preocupar tanto al Primer Soldado.
- Pero, ¿quién? Se necesitan muchos recursos para asaltar uno de sus bastiones. Incluso nosotros tendríamos muchos problemas para reunir esas fuerzas. Las bandas del desierto no han podido ser... ¿los orcos? Tal vez hayan reunido una partida de guerra en las montañas y...
- Esas bestias no tienen mumakil - sentenció Fadhir, y Jeriah no terminó la frase - Sólo Thianna y nosotros usamos mumakil... o eso se supone - Fadhir miró a su asombrado subordinado - Cuando llegue la llamada de Palacio, avísame
- ¿De Palacio...? - Jeriah cayó en la cuenta - El otro mensajero. Vuestro hermano ha avisado también a la Capital
- Por supuesto. Es el Embajador de Umbar. Es su deber - "Por suerte, me ha avisado a mi primero, para que esté preparado", pensó Fadhir - Quiero saber a quién llaman a Palacio. Y avisa a nuestros agentes. Quiero saber qué ha pasado en Taryn. Vamos, deprisa.
- A sus órdenes, General - Jeriah salió de la sala a toda prisa.
Cuando la puerta se cerró, Fadhir miró de nuevo la carta, que ya sabía de memoria, y apretó los dientes: "La Sombra de Kadom ha aparecido de nuevo en Thianna, Hermano, y eso sólo puede significar una cosa...", decía el mensaje en sus últimas líneas.
- ¿Ocurre algo, Jeriah?
- General... un mensaje de vuestro hermano...
- ¿De Aman? - Fadhir miró extrañado a su subordinado
- Si, Señor... ha llegado esta mañana, con un mensajero. Salió de Minas Thianna anoche... - Jeriah dejó la frase en el aire, como si tuviese algo más que decir
- ¿Anoche? - Fadhir entrecerró los ojos, dándose cuenta de que el mensajero debió cabalgar casi hasta la extenuación para llegar tan rápido - Dame el mensaje y ve a buscar al mensajero. Tráelo aquí... y que no hable con nadie más.
Jeriah tendió a su General la pequeña cartera que contenía el mensaje y se retiró en busca del mensajero. Fadhir se sentó a su mesa y sacó la hoja de papel de la cartera, observándola con curiosidad. Después de unos segundos, extendió la mano sin levantar la mirada de la hoja y cogió una pluma.
Al cabo de unos minutos había descifrado la carta, en apariencia una amistosa misiva de su hermano, preguntando por la familia de ambos y otras cosas intrascendentes. El verdadero mensaje oculto en la carta hizo parpadear varias veces a Fadhir, dejándole tan absorto que no se dio cuenta de que su secretario había entrado en la sala, acompañado del mensajero.
- General... - Fadhir levantó la mirada y miró a ambos hombres, de pié ante su mesa. El mensajero hizo una leve reverencia que dejó claro que era cierto que había pasado toda la noche cabalgando. El soldado aún tenía una mueca de dolor cuando volvió a ponerse derecho.
- ¿Alguien más sabe de este mensaje? - Fadhir estaba muy serio, y el soldado dudó antes de responder.
- No... General... Vuestro hermano ordenó que no se informase a nadie más que a vos... - El soldado dudó un momento
- ¿Estás seguro? - Fadhir miró fijamente al soldado, sabiendo que había algo más.
- Otro... otro jinete salió de Minas Thianna, al mismo tiempo que yo, pero tomó otro camino. Ignoro su destino, y lo que portaba.
- Mi hermano, ¿dijo algo más?
- No, General. Sólo que os entregase el mensaje. Intenté hacerlo personalmente, pero... - El soldado miró a Jeriah de reojo y Fadhir se dio cuenta de que su secretario había impedido al mensajero verle personalmente.
- No te preocupes. Jeriah habla con mi voz. Ahora ve a descansar - Fadhir miró a su secretario - Asegúrate de que descansa y no se le molesta. Que no hable con nadie excepto tú, hasta que yo lo reclame. Luego vuelve aquí.
- Como deseéis, General - El soldado debía ser aislado del resto. Eso indicaba que el mensaje era de suma importancia. Jeriah y el soldado se retiraron.
Fadhir examinó el mensaje varias veces cuando se quedó sólo, y lo descifró de nuevo, por si había cometido algún error. Cuando volvió su secretario, el General Fadhir estaba de nuevo mirando por la ventana, con el mensaje en la mano, a su espalda. El secretario no dijo nada. Sabía que su General estaba meditando.
- Alguien ha atacado Taryn, y Sheda ha movilizado dos regimientos de su Guardia de Arena para reforzar sus fronteras - Fadhir usó un tono suave y sin inflexiones.
- General... eso son... más de dos mil hombres - Jeriah estaba asombrado. Eso suponía un veinte por ciento de las fuerzas estimadas de todo el ducado de Thianna - Pero... ¿quién ha atacado Taryn? Nosotros...
- ...no hemos sido, o yo lo sabría. Según mi hermano la guarnición de Taryn ha sido seriamente castigada. Sheda no movilizaría todas esas fuerzas sin una poderosa razón.
- General, no es fácil atacar un bastión de Thianna. ¿Podría ser un truco?
- ¿Movilizar la mitad de sus reservas por un truco? No... Akon es listo, tanto o más que su padre - Fadhir y Jeriah recordaron por un instante la derrota en los Llanos del Escorpión - Alguien ha causado mucho daño en Taryn para preocupar tanto al Primer Soldado.
- Pero, ¿quién? Se necesitan muchos recursos para asaltar uno de sus bastiones. Incluso nosotros tendríamos muchos problemas para reunir esas fuerzas. Las bandas del desierto no han podido ser... ¿los orcos? Tal vez hayan reunido una partida de guerra en las montañas y...
- Esas bestias no tienen mumakil - sentenció Fadhir, y Jeriah no terminó la frase - Sólo Thianna y nosotros usamos mumakil... o eso se supone - Fadhir miró a su asombrado subordinado - Cuando llegue la llamada de Palacio, avísame
- ¿De Palacio...? - Jeriah cayó en la cuenta - El otro mensajero. Vuestro hermano ha avisado también a la Capital
- Por supuesto. Es el Embajador de Umbar. Es su deber - "Por suerte, me ha avisado a mi primero, para que esté preparado", pensó Fadhir - Quiero saber a quién llaman a Palacio. Y avisa a nuestros agentes. Quiero saber qué ha pasado en Taryn. Vamos, deprisa.
- A sus órdenes, General - Jeriah salió de la sala a toda prisa.
Cuando la puerta se cerró, Fadhir miró de nuevo la carta, que ya sabía de memoria, y apretó los dientes: "La Sombra de Kadom ha aparecido de nuevo en Thianna, Hermano, y eso sólo puede significar una cosa...", decía el mensaje en sus últimas líneas.
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