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Thianna

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El Sargento Mayor observa los alrededores, vigilando en el exterior de la humilde casa. Otros dos hombres le acompañan, dando vueltas alrededor de la casa y vigilando los caballos. En el interior Akon medita mientras espera. El Consejo fue como esperaba. Los Baakun, representados por su cuñado, El Jinete, apoyarían a Thianna. Su tío Athareas, representando a los Ëaressi, le comunicó que el Consejo Regente no intervendría, aunque no se opondrían a que sus ciudadanos actuasen de manera individual y a título privado en favor del ducado. Aún así, su primo Elheon se opuso a cualquier intervención de los Ëaressi, pidiendo que los elfos que formaban parte del ejército de Thianna lo abandonasen. Akon ya conocía sus respuestas de antemano.

Sin embargo, los elfos de la Flota y la Guardia del Río (y los pocos que se habían alistado en la Guardia de Arena) eran todos voluntarios, al igual que los Baakun, por lo que eran libres de marcharse o de quedarse, y Akon sabía que su lealtad y principios los mantendría a su lado. En cuanto a los ciudadanos de origen gondoriano, para ellos el Servicio era obligatorio, pero todos comprendían la importancia de proteger su tierra. Por tanto, la fuerza de Thianna permanecía intacta por el momento. Es más, Faramir le había informado secretamente de que algunos de sus batallones estarían ‘de maniobras’ cerca de la frontera con Thianna.

Incluso había tenido algunas ‘nuevas’ incorporaciones. Iowen solicitó oficialmente al Regente Athareas dejar la capitanía del Espada Plateada para incorporarse a la Flota de Thianna, sabedora de que el Regente y, sobre todo, su hijo Elheon estarían encantados de librarse de la según ellos indisciplinada capitana. Akon sonrió ligeramente al pensar que tendría más cerca a Iowen.

El dueño de la granja se acerca a Akon con algo de beber, procurando no perturbar a su Señor. Akon le saluda con un leve asentimiento, agradecido, sin llegar a decir nada. Sabe que es uno de los veteranos de su padre. Mientras el hombre vuelve a sus quehaceres Akon observa la pierna de madera que da fe de su lealtad y sacrificio para con Thianna. Un veterano de los Llanos. Resulta increíble el aplomo del hombre, a pesar de los años pasados desde esa batalla. Incluso tiene la espada y la camisola con el emblema de Thianna colgada junto a la puerta, aunque sabe que el Primer Soldado no lo llamará a filas. “Ya diste lo tuyo, amigo mío. Ahora es otra la ayuda que Thianna requiere de ti”, piensa Akon mientras recuerda el motivo de su presencia en la apartada granja.

Como respuesta a sus pensamientos, Akon escucha el sonido de los cascos que se acercan a la casa. A través de la ventana observa como dos jinetes bajan de sus caballos bajo la atenta mirada del Sargento Mayor y los otros dos hombres. Sin mediar palabra, uno de los jinetes se acerca a la casa mientras el otro se coloca junto al Sargento, uniéndose a él en la vigilancia de los alrededores.

Akon se levanta para recibir al visitante. Escucha como éste golpea sus botas en el suelo antes de entrar para sacudirse el polvo del camino. Entra sin llamar.

- Bienvenido General – Saluda Akon – Sentaos. El viaje ha sido largo.

- Gracias Primer Soldado. Ciertamente largo... de 20 años, amigo mío – Dice el General de Umbar, Abser Fadhir, mientras echa la capucha de su capa hacia atrás.

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