Extrañas Amistades
La fragata Ëaressi salió de la Telaraña a la negrura del espacio en los límites del sistema y maniobró hasta ocultarse tras una desolada luna. Tras asegurarse de que no había sido detectada envió la señal convenida y esperó.
- ¿Kano? - El oficial de comunicaciones llamó a su comandante - El Regos está contestando.
- Es puntual, como siempre - pensó Sayëan en voz alta - Envíale mis saludos y pídele sus coordenadas.
Treinta minutos más tarde.
- Kano, ahí está... - El capitán de la fragata señaló un punto entre las estrellas. Una sombra en movimiento tapando las estrellas advertía que algo se desplazaba lentamente hacia la fragata. Algo enorme.
Sayëan ya lo conocía, pero no dejaba de sorprenderle. Las construcciones Eldar, y por extensión las Ëaressi (aunque fuesen más funcionales), eran gráciles y delicadas, aunque ocultasen una resistencia mayor de la aparente. Pero aquello era distinto.
La descomunal mole del Regos iba llenando poco a poco la portilla principal del puente de la fragata. Sus siniestras líneas disgustaban a la mayoría de los Eldar, pero Sayëan sentía cierto interés, que algunos consideraban morboso, por las construcciones humanas. Las grandes estructuras góticas de sus naves, similares a catedrales, le fascinaban.
- Kano, el Regos se está colocando en posición - Sayëan vio como una enorme compuerta se abría en un lateral del mercante.
- Bien. Pide permiso al Regos para abordarlo - Sabía que no era necesario. La enorme boca de la bodega ya les esperaba.
- El Regos da su permiso.
- Entonces entremos - Sayëan señaló con la cabeza hacia la abertura.
El piloto manipuló los controles. Las velas solares de la fragata se plegaron, ocultándose en sus compartimentos dentro del casco. Lentamente la fragata fue desplazándose lateralmente hasta entrar en el interior de la gigantesca nave. Sayëan oyó como el tren de aterrizaje de la fragata se desplegaba. Un seco golpe anunció que acababan de tocar el suelo del mercante.
- Todo parado, Kano. La puerta de la bodega ya se está cerrando. Detectamos presurización del compartimento. Todo en orden.
- Bien. Voy a desembarcar. Solo - Inmediantemente escuchó un ligero murmullo a su espalda y giró levemente la cabeza. El murmullo cesó en cuanto miró a la Ejecutora - Tú vendrás conmigo - dijo con un leve tono de disgusto, sabiendo que nada de lo que dijese evitaría que le acompañase de todos modos.
Minutos más tarde, una compuerta en el lateral de la fragata se abrió mientras una rampa en forma de puente se extendía desde la bodega hasta detenerse a unos centímetros del casco de la nave Eldar. La diferencia de temperatura entre el interior de la bodega y el de la fragata provocó una ligera brisa, que arrastró el aliento helado de Sayëan. El aire de la bodega aún conservaba parte del frío del vacio del espacio.
Un hombre esperaba frente a la compuerta, sobre la rampa. Su sobria y gris indumentaria hacía juego con la cavernosa penumbra de la bodega, solamente rota por pequeños focos a lo largo de la rampa, y con los dos hombres de uniforme que le acompañaban, ambos armados con sendos rifles láser colgados del brazo. Al verse mutuamente, la Ejecutora y los guardaespaldas se tensaron. Sayëan hizo un gesto de calma a su guardiana, que hizo que todos se relajaran visiblemente, aunque sin perderse de vista.
- Bienvenido de nuevo al Regos, Sayëan de los Ëaressi. Es un placer volver a verte - dijo amistosamente el hombre mientras tendía su mano hacia Sayëan.
- Saludos, Seamus - Sayëan estrechó la mano con el humano, y ambos se dieron un fuerte apretón - Ha pasado mucho tiempo.
- ¿Kano? - El oficial de comunicaciones llamó a su comandante - El Regos está contestando.
- Es puntual, como siempre - pensó Sayëan en voz alta - Envíale mis saludos y pídele sus coordenadas.
Treinta minutos más tarde.
- Kano, ahí está... - El capitán de la fragata señaló un punto entre las estrellas. Una sombra en movimiento tapando las estrellas advertía que algo se desplazaba lentamente hacia la fragata. Algo enorme.
Sayëan ya lo conocía, pero no dejaba de sorprenderle. Las construcciones Eldar, y por extensión las Ëaressi (aunque fuesen más funcionales), eran gráciles y delicadas, aunque ocultasen una resistencia mayor de la aparente. Pero aquello era distinto.
La descomunal mole del Regos iba llenando poco a poco la portilla principal del puente de la fragata. Sus siniestras líneas disgustaban a la mayoría de los Eldar, pero Sayëan sentía cierto interés, que algunos consideraban morboso, por las construcciones humanas. Las grandes estructuras góticas de sus naves, similares a catedrales, le fascinaban.
- Kano, el Regos se está colocando en posición - Sayëan vio como una enorme compuerta se abría en un lateral del mercante.
- Bien. Pide permiso al Regos para abordarlo - Sabía que no era necesario. La enorme boca de la bodega ya les esperaba.
- El Regos da su permiso.
- Entonces entremos - Sayëan señaló con la cabeza hacia la abertura.
El piloto manipuló los controles. Las velas solares de la fragata se plegaron, ocultándose en sus compartimentos dentro del casco. Lentamente la fragata fue desplazándose lateralmente hasta entrar en el interior de la gigantesca nave. Sayëan oyó como el tren de aterrizaje de la fragata se desplegaba. Un seco golpe anunció que acababan de tocar el suelo del mercante.
- Todo parado, Kano. La puerta de la bodega ya se está cerrando. Detectamos presurización del compartimento. Todo en orden.
- Bien. Voy a desembarcar. Solo - Inmediantemente escuchó un ligero murmullo a su espalda y giró levemente la cabeza. El murmullo cesó en cuanto miró a la Ejecutora - Tú vendrás conmigo - dijo con un leve tono de disgusto, sabiendo que nada de lo que dijese evitaría que le acompañase de todos modos.
Minutos más tarde, una compuerta en el lateral de la fragata se abrió mientras una rampa en forma de puente se extendía desde la bodega hasta detenerse a unos centímetros del casco de la nave Eldar. La diferencia de temperatura entre el interior de la bodega y el de la fragata provocó una ligera brisa, que arrastró el aliento helado de Sayëan. El aire de la bodega aún conservaba parte del frío del vacio del espacio.
Un hombre esperaba frente a la compuerta, sobre la rampa. Su sobria y gris indumentaria hacía juego con la cavernosa penumbra de la bodega, solamente rota por pequeños focos a lo largo de la rampa, y con los dos hombres de uniforme que le acompañaban, ambos armados con sendos rifles láser colgados del brazo. Al verse mutuamente, la Ejecutora y los guardaespaldas se tensaron. Sayëan hizo un gesto de calma a su guardiana, que hizo que todos se relajaran visiblemente, aunque sin perderse de vista.
- Bienvenido de nuevo al Regos, Sayëan de los Ëaressi. Es un placer volver a verte - dijo amistosamente el hombre mientras tendía su mano hacia Sayëan.
- Saludos, Seamus - Sayëan estrechó la mano con el humano, y ambos se dieron un fuerte apretón - Ha pasado mucho tiempo.
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