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Thianna

Leyes

Era la segunda vez que Seamus veía tantos Eldar juntos. Y la primera no le traía buenos recuerdos. No pudo reprimir un ligero temblor cuando empezó a sentir ese viejo hormigueo en el cuello. Esta vez fue descendiendo por su espalda, sin detenerse, y tuvo que recurrir al pequeño inyector de su muñeca para acallar los temblores. El sargento vessorita que le acompañaba ya estaba acostumbrado a ellos, pero se tensó cuando se dio cuenta de que esta vez eran más violentos.

- ¿Se encuentra bien Señor? - Era curioso ver al rudo hombretón preocupándose de ese modo.

- No es nada. Sólo una corriente de aire - Seamus dejó que el calmante se extendiese por su circulación, adormeciendo sus nervios.

- Siento todo esto, Seamus - El sargento se giró como el rayo, echando mano de su rifle láser recortado. Se sorprendió cuando vio al alto comandante de los Eldar y maldijo por lo bajo su sigilo.

- Tranquilo Jarr. Déjanos solos, por favor - El sargento saludó a su señor con un asentimiento y se marchó a regañadientes - Deberías intentar hacer un poco de ruido, Sayëan - dijo en un susurro - Los vessoritas pueden ser muy susceptibles, y no reaccionan bien a las sorpresas.

- Lo sé. Los conozco - Sayëan siguió con la mirada a soldado mientras se alejaba, y luego dirigió sus ojos hacia el pequeño inyector en la muñeca de Seamus. Por fín, miró a Seamus a la cara - Hicimos lo que pudimos - dijo con cierto reparo.

- ...lo sé, amigo mio. No es culpa tuya... bastante hicísteis - Seamus forzó una sonrisa para tranquilizar a Sayëan - Veo que tu gente se prepara para algo importante - dijo cambiando de tema y señalando con la cabeza la enorme bodega.

Bajo ellos, que estaban en una pasarela a media altura, podía verse la actividad del destacamento que Sayëan había hecho traer. Dos fragatas Ëaressi, además de la que trajo al Kano Ëaressi, descansaban agazapadas sobre el suelo metálico como aves rapaces. Seamus conocía aquellas naves, y las había visto actuar. Su delicado aspecto, típico de los Eldar, escondía una brutalidad abrumadora, incluso para los estándares Eldar.

Sin recursos suficientes para mantener una gran flota, los Ëaressi se habían visto obligados a concentrarse en unos pocos modelos de naves. De hecho, aparte de las fragatas y cruceros, unos pequeños cazas y las grandes naves-hogar (y factoría), Seamus sabía que no había ninguna más. Sin embargo, en contra de lo que se podría pensar, su capacidad naval era sorprendente.

Seamus sabía, porque lo había visto, que las fragatas podían enfrentarse con bastantes garantías y un buen capitán a naves del doble de su tamaño. Sólo había visto una vez un crucero, protegiendo una nave-hogar, pero a juzgar por su tamaño (casi el de su mercante, que tenía más de 2 kilómetros de longitud, y 15 veces superior a las fragatas) serían rival para cualquier nave imperial.

Y no eran sólo las naves. Seamus observó la actividad alrededor de las fragatas. Los casi doscientos guerreros eldar del destacamento se afanaban por prepararse. Unos revisaban sus armas, otros practicaban con ellas en una galería improvisada. Un pequeño grupo, sin duda los oficiales de Sayëan, se habían instalado bajo un ala de una fragata a deliberar sobre sus todavía enigmáticos planes. "¿Para qué vas a Cadia, Sayëan?", pensó Seamus.

Un tumulto llamó su atención. Su mayor sorpresa. Había oido a los comerciantes Tau hablar de ellos, pero nunca había tenido la oportunidad de verlos. Los eldar de Sayëan estaban reforzados por Kroot. El medio centenar que formaban el grupo ahora se agolpaban alrededor de lo que parecía una pelea. En un círculo vacío, dos de aquellos seres altos y fibrosos se gruñían (al menos eso parecía por los gestos) el uno al otro. Sayëan farfulló una maldición en su propio idioma. No quería altercados tribales entre sus aliados.

Seamus apenas sintió cómo su amigo eldar se apartaba de su lado como una exhalación hacia las escaleras. La velocidad del Kano Ëaressi era sorprendente, y en combate... durante un segundo Seamus recordó la primera vez que le vio combatir. Tuvo que administrarse otra dosis de calmante cuando los recuerdos pugnaron por salir de las profundidades de su mente, donde los había confinado desde entonces. Mientras el calmante hacía efecto caminó hacia las escaleras en pos de su amigo.

Cuando llegó abajo el tumulto ya había cesado. El corro de Kroot se había abierto para dejar paso al comandante Ëaressi, que estaba plantado entre ellos sin mostrar ningún temor. Seamus no estaba seguro de que él fuese capaz de eso. Pudo apreciar más de cerca (lo más que había estado hasta ahora) el aspecto de los Kroot. Brutales, salvajes, casi animales. Uno de ellos se giró y le vio observarles.

Todo sucedió muy deprisa, tanto que para que cuando fue consciente de lo que ocurría todo había terminado. Sayëan estaba inclinado junto al kroot, que estaba en el suelo. Y estaba muerto. El ángulo que su cabeza formaba con el cuerpo indicaba claramente que su cuello había sido partido. Sayëan se levantó lentamente y sin mirar alrededor dio dos pasos hacia Seamus. Los kroot que les rodeaban murmuraban.

- ¿Estás bien? - dijo Sayëan preocupado. Seamus aún miraba el cadaver, absorto - Seamus, ¿estás bien? - repitió Sayëan.

- Ssss... si - Seamus miró por fin a su amigo.

- Debiste quedarte arriba - susurró - Son peligrosos.

- Le... le... mataste - Seamus no salía de su estupor - Era de los tuyos y... lo mataste... - Seamus miró de nuevo el cadaver y luego a Sayëan.

- Patrón no matar - el gruñido procedía de la espalda de Seamus, que sin atreverse a volverse miró a Sayëan.

- Tranquilo - Sayëan señaló con la cabeza tras Seamus, que lentamente se volvió. El kroot sólo era ligeramente más alto que él, pero su complexión le recordó... "Orko...", se dijo mentalmente. Parecía claro que la dieta del kroot (Seamus conocía sus costumbres alimenticias por los Tau) había incluido a muchos de esos bestiales seres - Es un amigo.

Seamus hubiese retrocedido varios pasos para alejarse del kroot si no hubiese topado con Sayëan, que delicadamente le puso una mano en el hombro para calmarlo. Una punzada de dolor le atenazó al contacto, pero esta vez ni siquiera intentó tocar el inyector. Sólo tenía atención para los ojos del kroot, que le observaban con curiosidad, parpadeando rápidamente.

- ¿Amigo del Patrón estar bien? - dijo mirando a Sayëan.

- Si Brokaar, está bien. Sólo está algo asustado - respondió con calma sin levantar la mano del hombro de Seamus. Este empezó a reaccionar - Gracias por tu ayuda.

- Patrón ordenar no problemas en nave - Brokaar emitió un sonido impronunciable para un humano, una mezcla de chasquidos y chirridos - ...desobedecer - Otra vez los mismos chasquidos - ...muerto.

- Gra... gracias - Seamus tendió la mano hacia el kroot, que le miró extrañado - Me has salvado la vida.

- Ser Ley - Otra vez los chasquidos - ...romper Ley. Y ahora estar muerto - Hizo un brusco gesto con la cabeza y emitió más chasquidos, esta vez diferentes. Dos kroot rompieron el corro y se llevaron el cadaver. Seamus recordó su mano y la retiró. Parece que el kroot no conocía ese tipo de saludos - Ahora nosotros honrar a... - otra vez los chasquidos, dirigiéndose a Sayëan. Seamus acabó por comprender que los chasquidos eran el nombre del kroot muerto.

Sin más, los Kroot se dispersaron y Brokaar fue tras el cadaver junto a otro kroot que portaba un largo bastón muy adornado. Sayëan se quedó junto a Seamus, que de pronto hizo una mueca y miró la mano del eldar en su hombro. Este la retiró con delicadeza.

- Lo siento - Sayëan se miró la mano y se reprochó el descuido mientras Seamus se administraba otra dosis de calmante.

- No importa - dijo todavía aturdido, en parte por la impresión y en parte por las excesivas dosis de calmante - ¿Quién es? - señaló con la mirada a Brokaar, que se alejaba hacia el rincón que los Kroot habían tomado como su campamento.

- Un aliado... y un amigo.

- No parecía muy contento conmigo - dijo sin dejar de mirar al kroot.

- Acaba de matar a uno de sus guerreros, es lógico - dijo Sayëan gravemente - ..de todos nunca parece muy contento - trató de quitarle importancia para calmar la inquietud de Seamus.

- Dijo algo de su Ley...

- Un kroot nunca ha de dañar a sus patrones sin romper antes formalmente su vínculo contractual.

- Pero yo no soy su patrón... - replicó Seamus

- Pero sí mi amigo - Seamus aún no lo entendía - Y los Kroot identifican amistad con hermandad. Y el hermano del Patrón también es un patrón - aclaró por fin Sayëan.

- Comprendo... - Seamus meditó durante un momento - ¿Esto te traerá problemas con ellos? - No quería perjudicar a su amigo y... ¿hermano?

- No lo creo - Sayëan observó a los Kroot, que actuaban como si nada hubiese ocurrido - Sólo el líder del Clan puede romper un contrato, y matando él mismo a... - Sayëan dudó y optó por no intentar pronunciar el nombre. De todos modos no podría - ...a ese kroot, Brokaar ha dejado claro que hará lo necesario para que las normas se cumplan.

- Pero, ¿no podría alguno de ellos estar en contra y...? - Sayëan le detuvo con un gesto de la mano.

- Lo dudo mucho. Lo más probable es que entonces tendríamos dos kroot muertos... y un Brokaar muy enfadado - Seamus admiró la aparente confianza que el eldar y el kroot parecían tenerse mutuamente - Será mejor que subamos - claramente aludía a los aposentos de Seamus - Tanta tensión puede hacerte daño - otra alusión, esta vez al inyector.

- Tienes razón. Será mejor - Seamus se giró para dirigirse a las escaleras - ...recuerdame que a partir de ahora me quede en la pasarela...

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