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Thianna

Viejos Guerreros

- Estamos listos, O’Shas’o - dijo respetuosamente el asistente.

Con una leve inclinación de cabeza Kauyon Shi le indicó que había oido y continuó vistiéndose con calma. Su asistente colocó algunos discos de datos sobre la mesa del despacho y se acercó a su superior para ayudarle con la casaca del uniforme.

- La edad me está venciendo, T’Arkan... - dijo Kauyon con un fingido tono lastimero.

- Aún le quedan muchas batallas, O’Shas’o - El tono del asistente indicaba que Kauyon tenía parte de razón.

Habían pasado muchos años desde que se había vestido de uniforme para algo más que las formalidades propias del retiro, y aunque el viejo Comandante de Comandantes estaba todavía en forma, el peso de los años, demasiados para un miembro de la Casta de Fuego, se notaba en sus ojos.

- Esta es la última, T’Arkan - dijo Kauyon en un tono más serio. El asistente tomó acertadamente la expresión de su comandante como un indicativo de que era hora de trabajar y se acercó a la mesa del despacho mientras Kauyon terminaba de abotonarse la casaca.

- Han llegado los últimos informes - dijo mientras introducía un disco en la consola y activaba la computadora. - Nuestras fuerzas en órbita están avitualladas y preparadas para partir. El resto de tropas en cada guarnición esperan las órdenes para ponerse en marcha.

- ¿Hemos recibido algo del Kor Run’Al? - preguntó con interés mientras fruncía el ceño a un botón rebelde.

- Sólo la señal convenida y una escueta nota. - Pasó una hoja de papel a Kauyon, que la leyó lentamente mientras el asistente le ayudaba con el botón.

- ¿Eldar? - preguntó al asistente levantando una ceja, que se limitó a encogerse de hombros y volver a la mesa cuando colocó el botón en su sitio. - M’Yen tiene extraños amigos.

- Según Inteligencia el Por’El tuvo contactos diplomáticos con una embajada Eldar después de Damocles - Ambos se miraron un instante.

- Los Eldar que describe el Shas’El no tienen nada de embajadores o comerciantes. ¿Bieltan? - preguntó sabiendo la respuesta.

- Apenas tenemos datos de ellos, pero parte de la iconografía parece coincidir. Tal vez sean una rama escindida o un destacamenteo formado especialmente. En cualquier caso son Guerreros. El representante del grupo parece ser un oficial de alto rango.

- Están muy lejos de su casa... - musitó mientras se colocaba el cinturón.

A modo de respuesta el asistente encendió una gran pantalla que representaba un mapa del Imperio Tau. Con unos leves ajustes el mapa se amplió hasta abarcar practicamente toda la Galaxia. Un icono cerca del Ojo del Terror indicó la posición de Bieltan y una línea cruzó el mapa hasta la posición del Kor Run’Al.

- Muy lejos, ciertamente - El asistente también sentía curiosidad.

- ¿Y qué hay del Shas’ar’tol? - Esa respuesta también la conocía. El asistente negó con la cabeza y Kauyon suspiró levemente. - Sabía que esto pasaría - dijo resignado mientras buscaba el peto.

- No es culpa suya, O’Shas’o. Intentó convencerles... - El asistente le alcanzó la pieza principal de la armadura corporal.

- No seas condescendiente - cortó en seco a su asistente - Debí oponerme con más fuerza, evitar que construyeran esa... esa... - Cerró los ojos un momento, intentando calmarse. - ¿Dónde está ahora?

- El Kor Run’Al y las naves Eldar siguen al Justicia - Una mueca cruzó el rostro de Kauyon al escuchar la palabra ’justicia’. - Saben que los siguen, pero no parece que hayan iniciado intento alguno de evitar el seguimiento. - Ajustó la parte trasera de la armadura.

- No tienen miedo a un puñado de naves - Por un momento miró la descripción del Shas’El sobre las naves Eldar. - No son rival para esa nave ni su escolta. Ni siquiera nosotros lo somos.

- El Shas’El ha dicho que los Eldar tienen una posible solución para eso... - El asistente sabía que su comandante estaba tan sorprendido por ese plan como él mismo.

- ...que es tan estúpida que hasta podría funcionar - dijo Kauyon con un suspiro. - El chico es igual que su padre, ¿verdad? - miró a su asistente al mismo tiempo que comprobaba los ajustes de la armadura.

- Incluso mejor. O’shovah ha hecho un buen trabajo. - asintió el asistente dando por terminados los preparativos.

- Dejémosle hacer entonces. Nosotros ya tenemos lo nuestro - dijo el O’Shas’o mientras se observaba en el espejo. Esperaba no haber tenido que vestirse de nuevo ese uniforme, al igual que muchos otros que consideraban la roja y negra armadura como poco apropiada para un defensor del Bien Supremo.

Con un gesto rápido y preciso, fruto de la experiencia y la rutina de los años, enfundó la pistola de inducción negra en su pistolera mientras el asistente recogía sus carabinas de un armero junto a la mesa del despacho, pasándole una.

Kauyon echó una última mirada a su alrededor. Aquella casa había sido su refugio desde su retirada tras la Campaña Damocles. Muchos guerreros habían muerto bajo su mando protegiendo el Bien Supremo en esa guerra contra el Imperio Humano, un alto precio para una raza amante de la Vida y la Paz como eran los Tau... y a pesar de todo habían construido el Justicia del Tau’Va

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